
Pero, que les esperaba en realidad. Un triste calabozo (aunque se empeñen en llamarlo Centro de Acogida de Inmigrantes), y luego largas caminatas por las playas españolas, vendiendo Cds.
Claro, para ellos es mejor eso que morir de hambre en su país, o esperar que unos matones decidan poner fin a sus vidas, por no ser de la etnia correcta.
Para cuando se darán cuenta los gobiernos, que la única forma de acabar con este problema, es poner solución en el país de origen.
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